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Los biorreguladores peptídicos promueven la longevidad activa y funcional

Los biorreguladores peptídicos promueven la longevidad activa y funcional

¿Por qué algunas personas viven hasta los 100, e incluso 120 años, mientras que otras mueren más jóvenes? Esta es una pregunta que ha rondado por la mente tanto de los expertos médicos como de las personas normales. A lo largo de los años, la telomerasa (activadores de los telómeros), los antioxidantes y las restricciones calóricas han figurado en la lista de agentes terapéuticos relacionados con la longevidad.

Recientemente, los resultados de más de 40 años de investigación han revelado la capacidad de prolongar la vida de los biorreguladores peptídicos. Estas cortas cadenas de aminoácidos pueden alterar los cambios que provocan el envejecimiento y enfermedades degenerativas como el Alzheimer, la artritis, la aterosclerosis, la diabetes de tipo 2, la osteoporosis y la hipertensión. Sus efectos antienvejecimiento se deben a su capacidad de unirse a determinadas partes del ADN de los genes para regular y poner en marcha la reparación y el rejuvenecimiento de las células y los tejidos y la función de los órganos que han sufrido un deterioro relacionado con la edad.

En este artículo, arrojaremos luz sobre el potencial rejuvenecedor de los péptidos y su mecanismo de acción. También exploraremos los productos a base de péptidos que pueden ayudar a mejorar la función fisiológica, eliminar los signos del envejecimiento y, en última instancia, aumentar la esperanza de vida.

Descubrimiento de la regulación peptídica del envejecimiento

En general, la esperanza de vida humana debería ser mayor de lo que es hoy en día. Estudios exhaustivos demuestran que debería aumentar entre un 30% y un 40%. Según esta estadística, la esperanza de vida de un individuo medio debería oscilar entre 110 y 120 años. Sin embargo, se ve truncada por factores adversos como el estrés, la radiación y los factores ambientales que alteran la activación (expresión), la estructura y la síntesis de proteínas de los genes.

Estos acontecimientos conducen a la involución de los tejidos y las células, lo que introduce los signos físicos del envejecimiento, el deterioro de la función del sistema, la introducción de enfermedades relacionadas con la edad y, finalmente, la muerte.

El camino hacia el descubrimiento de la regulación peptídica del envejecimiento comenzó a finales del siglo XIX, cuando Metchnikov demostró que el aumento de la inmunidad celular incrementa la esperanza de vida. Avanzando un siglo, Peter Doherty y Rolf Zinkernagel contribuyeron a este campo con su estudio en profundidad de la especificidad de la inmunidad celular en caso de infección vírica. Este conjunto de hallazgos llevó al profesor Vladimir Khavinson y a su equipo a explorar un concepto totalmente nuevo de los péptidos pequeños: sus funciones reguladoras y su impacto en el control génico de la síntesis de proteínas en organismos superiores.

Khavinson trabajó para restaurar las funciones de la glándula pineal, el timo y otros órganos tras descubrir que su degradación a lo largo del tiempo contribuye a acortar la vida humana y animal. Para ello, él y su equipo desarrollaron un método único de identificación y aislamiento de péptidos cortos a partir de extractos de órganos relacionados (timo, glándula pineal, etc.). Sus preparaciones de péptidos dieron buenos resultados en numerosos experimentos, ya que aumentaron la esperanza media de vida de los animales participantes en los ensayos.

Los biorreguladores peptídicos inician un proceso crucial alterado por la edad: La síntesis de proteínas

El envejecimiento es uno de los aspectos más complejos de la biología, pero sus efectos pueden verse y sentirse a un nivel superficial. A nivel micro, el envejecimiento es un conjunto de cambios moleculares y celulares que provocan un deterioro gradual pero progresivo de la función de los tejidos y órganos. Siguiendo el curso natural, estos cambios acaban deteriorando la función biológica, debilitan el sistema inmunitario, dejan el cuerpo vulnerable a las enfermedades y, en última instancia, causan la muerte.

El proceso de envejecimiento suele iniciarse con una disminución de la síntesis de proteínas. Por lo tanto, para invertir o al menos ralentizar los signos fisiológicos y físicos del envejecimiento, es necesario reiniciar la síntesis de proteínas. Aquí es donde entran en juego los biorreguladores peptídicos.

Qué son los biorreguladores: los péptidos biorreguladores son una clase de compuestos naturales que han llamado la atención por su potencial para favorecer diversos procesos biológicos y promover el bienestar general. La lista de péptidos biorreguladores incluye el péptido del timo (Thymalin), el péptido pineal (Epithalamin), el péptido de los vasos sanguíneos (Vessel Due F) y otros.

Hace unas 4 décadas, el profesor Khavison y su equipo de San Petersburgo lograron establecer una correlación entre los péptidos reguladores pequeños de bajo peso molecular y el proceso de envejecimiento. Observaron que los péptidos participan en la transferencia de información biológica, que en última instancia conduce a la síntesis de proteínas, un proceso biológico vital para la vida.

Basándose en los resultados de estas investigaciones, el profesor Khavison se propuso encontrar una forma práctica de reparar y rejuvenecer células, tejidos y órganos dañados por la edad. Sobre la marcha, él y su equipo idearon un método para crear pequeños péptidos que iniciaran el proceso crucial alterado por la edad. Se trataba de aislar el tipo concreto de péptidos necesarios a partir de extractos de diversos órganos de origen animal.

La idea era que cada péptido interactuara con determinadas partes del ADN para transferir información específica que regulara genes concretos en tejidos específicos y, en última instancia, estimulara la síntesis de proteínas. El concepto funcionó; hoy existen varios productos a base de péptidos muy seguros y eficaces, capaces de tratar una amplia gama de enfermedades, mejorar la salud de la piel y ralentizar el proceso de envejecimiento.

Estudios en humanos con biorreguladores peptídicos

Durante muchos años se han realizado experimentos con péptidos en ratas, monos y drosófilas para determinar si se podía alargar su esperanza de vida. Muchos de estos experimentos tuvieron un gran éxito, ya que se alcanzó el máximo número de años en algunas de las especies implicadas. Por ejemplo, en un experimento realizado con ratas y ratones por Khavinson y su equipo, se observó que los animales vivían entre un 30% y un 40% más que su esperanza de vida real. Estas hazañas hacen que muchos se pregunten si administrar los péptidos adecuados a los seres humanos también podría revertir el envejecimiento y alargar su esperanza de vida. A lo largo de los años se han realizado innumerables estudios en humanos para averiguarlo.

Uno de los más notables fue el realizado por Khavison y su equipo en la Unión Soviética. En el estudio participaron dos grupos de ancianos de 60 a 74 años y de 75 a 89: cada categoría tenía un grupo de control. Los ancianos del primer grupo de edad fueron tratados con péptido pineal durante 12 años, mientras que los del segundo fueron tratados con péptido pineal y timo durante 6 años. Por un lado, a los de los grupos de control sólo se les administraron vitaminas.

Para determinar los efectos de los biorreguladores en los distintos grupos de edad, Khavison midió las tasas de mortalidad, a diferencia de los ensayos con animales, en los que midió directamente la esperanza de vida de especies poco longevas. Consideró que este método era más exacto, ya que no era factible determinar la edad de los participantes humanos en el momento de su muerte porque el estudio se llevaba a cabo durante décadas. Así pues, Khavison hizo un seguimiento de cuánto vivían en total las personas de cada uno de los grupos de edad y ¿el resultado?

Pues bien, en comparación con los grupos de control, las dos categorías de edad presentaron en general tasas de mortalidad más bajas. Asimismo, demostraron una mayor densidad ósea, mejores funciones endocrinas, cerebrales, cardiovasculares e inmunitarias, así como niveles de melatonina nocturna más juveniles.

Desde el punto de vista estadístico, los mayores de entre 60 y 74 años presentaron una tasa de mortalidad un 22% inferior a la del grupo de control. Por otro lado, los que se encontraban en el grupo de edad de 75-89 años demostraron una disminución del 33% en la tasa de mortalidad con respecto al grupo de control, que llegó a ser del 82%. Según estos resultados, se puede afirmar que el péptido biorregulador es seguro para el ser humano y puede mejorar la función fisiológica, prevenir las enfermedades relacionadas con la edad e impulsar la longevidad.

Conclusión

Tras más de 4 décadas de estudio de los péptidos y sus beneficios en el cuerpo humano, se han logrado resultados impresionantes. Más allá de su eficacia en el tratamiento de una amplia gama de enfermedades relacionadas con la edad y la mejora de la salud de la piel, también se ha descubierto que son muy seguros. Estos agentes terapéuticos de bajo peso actúan adhiriéndose a partes estratégicas del ADN de los genes, iniciando la síntesis de proteínas y reparando los órganos dañados por la edad.

Los biorreguladores peptídicos han demostrado que el tratamiento a largo plazo con algunos de ellos podría invertir los efectos del envejecimiento y, en última instancia, aumentar la esperanza media de vida entre un 20 y un 40%.

En la actualidad, gracias a su elevado perfil de seguridad y a su capacidad para actuar sobre órganos enfermos específicos, estas cadenas cortas de aminoácidos biológicamente activos se consideran agentes terapéuticos de nueva generación. Toda una nueva categoría de productos sanitarios, como Epitalon spray, Livprotect, Immunget y muchos otros, se basan en ellos (biorreguladores peptídicos). Muchos de estos productos revierten los signos físicos y fisiológicos del envejecimiento.

Aunque se ha demostrado que los biorreguladores orales peptídicos favorecen la longevidad activa y funcional, es necesario realizar más estudios para utilizarlos mejor. Por ejemplo, aunque las moléculas superan a muchos medicamentos tradicionales en cuanto a que presentan un riesgo mínimo de efectos secundarios, algunas de ellas no pueden administrarse por vía oral. Esto se debe a su incapacidad para sobrevivir a la degradación gastrointestinal (GI) y cumplir sus objetivos terapéuticos.

Afortunadamente, se han producido avances, como el método recientemente descubierto por la EPFL para preparar péptidos que pueden sobrevivir a la GI y tratar enfermedades en zonas muy específicas del cuerpo. Esperemos que en un futuro próximo los seres humanos vivan lo suficiente como para convertirse en supercentenarios (110 años o más) sin sufrir ninguna enfermedad relacionada con la edad. Quizá todo el mundo pueda vivir hasta los 122 años sin esfuerzo, como la francesa Jeanne Louise Calment. ¿Podrá lograrse en los próximos 5, 10 o 15 años? Sólo el tiempo lo dirá.

Ahora ya sabe qué son los biorreguladores peptídicos y cómo pueden ayudarle. Estos péptidos pueden utilizarse para favorecer la salud de órganos específicos, como el timo, la glándula pineal, el hígado, el corazón o el sistema inmunitario, entre otros. Se cree que ayudan a optimizar la función de estos órganos, mejorando potencialmente su eficiencia, resistencia y bienestar general.

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Preguntas frecuentes

Los biorreguladores peptídicos son moléculas que intervienen en la regulación de diversos procesos fisiológicos del organismo. Su contribución al fomento de la longevidad radica en su capacidad para apoyar y mejorar las funciones de órganos y tejidos. Al dirigirse a actividades celulares específicas, contribuyen a mantener la salud general y a prolongar potencialmente la esperanza de vida.

A diferencia de otros agentes terapéuticos como los antioxidantes y las restricciones calóricas, los biorreguladores peptídicos actúan dirigiéndose específicamente a la actividad celular y optimizándola. A diferencia de los antioxidantes y las restricciones calóricas, que pueden tener efectos generales, los biorreguladores peptídicos actúan con precisión, influyendo en la regulación de los procesos fisiológicos de forma más selectiva.

Lo que distingue a los biorreguladores peptídicos es su capacidad para tratar afecciones específicas relacionadas con la edad. Las investigaciones sugieren que pueden ofrecer beneficios en afecciones como el Alzheimer, la artritis y la diabetes, lo que indica un amplio espectro de efectos. Sin embargo, es esencial tener en cuenta que la eficacia de los biorreguladores peptídicos puede variar en función del individuo y de la afección específica.

Numerosos estudios en humanos han explorado el potencial de los biorreguladores peptídicos para alargar la vida y mejorar la salud en general. Aunque los resultados son prometedores, es crucial interpretarlos con cautela, ya que este campo aún está evolucionando. Es necesario seguir investigando para comprender mejor los efectos a largo plazo y los mecanismos de acción asociados a estos biorreguladores.
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